24 de junio, 2023
En este momento fumo un cigarrillo afuera de un bar. El clima es extraño, hace calor y frío al mismo tiempo. Anoche escribía el diario y me quedé dormido, ¿por qué? Cansancio, supongo. Bebí suficiente alcohol, la calle es un camino en el cual el placer me saluda a lo lejos. Levanto la mano y digo, ven. Esperanza. La boca se llena de aire y nicotina. Las venas hierven. La noche es una promesa, un rumor dice, Itaca. Suspiro. Soy nadie.
29 de marzo, 2023
Ayer hablé sobre literatura, hoy discutí en el trabajo. Es todo lo que hay en la vida: Una pequeña nota para recordarme que en este día he vivido, que tomé pastillas para el dolor de cabeza y me deslicé en la fantasía de otro cuerpo. Allá afuera alguien tuvo un día realmente maravilloso, lleno de todo aquello que apenas puedo imaginar. Escucho música para dormir, para trabajar, para leer. Debo callar esa otra voz en el cerebro. Necesito que guarde silencio. Es con la única que no quiero tener una conversación. Hoy imaginé una historia: un hombre cuya verga adquiere consciencia, esta se convierte en su consejera y guía. Para sorpresa del narrador, realmente mejora la situación anímica y social del protagonista. Un giro contra intuitivo, dirá al hablar de esto. Para el narrador este momento de buena racha acaba cuando el hombre se enamora y se casa. El amor se contrapone al placer, la verga se marchita. Le viene la ruina luego del tiempo que tardan dos personas en acostumbrarse a ellas misma, y entonces, triste y ofuscado, emprende el viaje para recuperar su antigua gloria, la que vivía a causa de aquella verga. En un bosque encuentra una mujer desnuda dormida al interior de un árbol, ella le seduce. El protagonista incapaz de tener una erección cuenta su historia a esta mujer, quien le dice que el Espíritu de una verga habita más allá de la montaña, cruzando el lago del aburrimiento; y al borde la barca del tedio es manejada por un hombre ciego, a este deberás entregarle uno de tus recuerdos más preciados a cambio de cruzar. El hombre, desesperado, sigue las indicaciones, el camino está lleno de mujeres que lo seducen y él no hace otra cosa en todo aquel viaje que excusar a su miembro muerto y contar la historia de su desgracia. Todas lo compadecen, y esto le reconforta de alguna manera. Cuando finalmente cruza el lago a cambio del recuerdo de su matrimonio y la primera noche juntos, siente algo de pena por la posibilidad de perder todos aquellos abrazos llenos de comprensión que le vinieron por el camino, nunca nadie lo quiso así, nunca nadie le demostró algo de amor. Sabía que todo lo que logró gracias a aquella verga era algo que no había logrado por él mismo, no era nadie y con aquella verga de nuevo sería menos aún, así que se gira y devuelve su camino para decir que fracasó en la búsqueda, Igual que fracasó en cada etapa de su vida. Las mujeres e incluso algunos hombres, se compadecen de él, lo abrazan, lo animan y le hacen preguntas sobre su estado ánimico. Esto le reconfortó hasta llegar de nuevo a casa, donde ya no encontró a nadie.
25 de marzo, 2023
Pensé en este poema todo el día. Lo leí hace unas semanas y hoy volvió a mi cabeza y retumbó. Mi cabeza se llenó de recuerdos que se proyectaban como en una sala de cine. Allí era espectador, sentado y obsesionado. Rodrigo Fresán tiene este libro llamado “Mantra” sobre una persona obsesionada con el cine y con un episodio similar al que vivía yo con aquel poema. Aunque las sensaciones que tuve después me hicieron recordar otro texto, “En los sueños comienzan las responsabilidades”, escrito por un joven alemán y que cuenta la crisis nerviosa de un adolescente en un autocine, o así lo recuerdo. Lo leí hace mucho tiempo, quizá por el mismo en el cual leí por primera vez el poema de Bolaño. Toda esta nostalgia viva en mi ser se convirtió en una momento de estrés y vacío, mi alma era succionada por un ente extraño hecho de éter. Desnudé mi cuerpo y estuve acostado un rato, estiré mis músculos y permanecí así por un tiempo con la intención de aclarar mi mente. El deseo se apartó, incluso a pesar de que vi pornografía y fotos que recibí en mi teléfono. Personas que viven el deseo sin miedo. Huyo de aquel fantasma, cierro mi cabeza y deslizo pausadamente todo aquel capricho bajo el subconsciente. Algunas veces siento la necesidad de limpiar mi alma de todas estas cosas. Como si necesitara vaciarme de este vacío insaciable. No hay orgasmos, no hay placer derramado entre mis manos. No hay fotografías ni testigos de mi desnudes. No hay pensamientos. No hay ninguna palabra en el aire, respiro y eso es todo. Mi cuerpo desnudo y delgado, atravesado por los años y la inutilidad. Hablé por chat, intenté dormir y finalmente me levanté y salí fuera usando la misma ropa que días pasados. Caminé hasta que el cielo oscureció y participé de la lluvia. Cuando no hacia ninguna de estas cosas que narro, trabajé en medio de textos. Me incliné ante las palabras de otros para sacar de ellas valor. No para mí, para otros. Soy el medio, el turco dentro del autómata. Soy el que en un punto de su vida tuvo veinte años y una convicción. El que un día recitó el poema como un himno, y creció lo suficiente para darse cuenta del absurdo sueño que convirtió en oficio.
“En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar”.
Roberto Bolaño.
Fragmentos del diario de OF…