POSTALES
En la revista Writer´s Digest, Jack Kerouac publicó un artículo que trataba de responder a la pregunta, ¿el escritor nace o se hace? Kerouack piensa que muchos escritores se hacen así mismos, otros nacen precisamente para cambiar las formas y el estilo. Creo que de alguna forma podemos verlo así ante la falta de capacidad para explicar los procesos creativos y las técnicas narrativas que usan aquellos que tienen el oficio de escribir. Pensé mucho en esto por varios días, ya que pone a las personas que escriben en un particular dilema. ¿Cómo sé si yo, persona que escribe, nací para escribir? ¿Soy acaso el que persigue con insistencia un camino para el cual no nació?, el dilema no es menor. Puedo intuir que esta pregunta podría usarse con otras profesiones o actividades humanas. El problema de Kerouac es que habla de personas que ya murieron para cuando él escribe: Melville, Whitman, por ejemplo, y cuyas obras el tiempo (la academia, el mercado o las instituciones públicas y privadas) convirtieron en clásicos. Es, como se dice popularmente, ser profeta de lo que ya sucedió. ¿Cuál era la percepción que tenía Kerouac de sí mismo como escritor y su obra? ¿Sabía que se consideraría un ícono, que sería considerado como la persona que nació sólo para volver a retratar a los Estados Unidos? Aquí voy a especular, como lo hago siempre, él simplemente hizo lo mejor que pudo con las herramientas que tuvo a la mano. Quizá Kerouac pensaría para sí, “soy el escritor que se hizo a sí mismo al narrar de nuevo la realidad del país, cómo hicieron otros antes de mí”. Los demás dirían, luego de su muerte y recepción de su obra, “Jack Kerouac nació para escribir esto y solo él podía lograrlo”. Lo que intento decir es que todo es un asunto de perspectiva en la que no hay ninguna verdad, y quizá lo más importante: la precariedad, la muerte e incluso el éxito son un clavo en el pecho. En realidad nunca sabemos lo que hacemos, ni por qué lo hacemos, ni el final de lo que hacemos. Simplemente lo hacemos. Prefiero pensar que cada escritor se hace a sí mismo, es un punto más humano y real. Uhart decía que no hay escritores, sino personas que escriben; que no existe el título de escritor, sino el oficio de escribir. Estoy de acuerdo con ella, y en esto es lo que he elegido creer, no solo en esta faceta, sino también dentro de la compleja red de acciones que tiene la vida. Se hace aquello que se puede con las herramientas existentes. Hace un par de años di un taller de escritura, proponía no pensar en originalidad, sino en la copia de estilos. Abrí un Patreon porque pensé que tener una discusión abierta sobre la escritura estaría bien. Los textos que escribí permanecen allí y relatan una historia personal de lecturas y reflexiones. ¿La escritura tiene alguna utilidad? Sí, lo difícil es accesar al universo donde aquella utilidad es posible. Hace mucho escuché una historia en la que una mujer debe contar historias nuevas cada noche para alargar su vida. Pienso que esto es lo que hago cada noche antes de dormir, inventar una ficción; el corazón roto sana finalmente, la sed es saciada y el caos se convierte en orden. Hace unos días subí un pequeño libro de poemas llamado POSTALES. Luego de regalar diez copias a lectores, deje cien copias a la venta. Las POSTALES las escribí desde hace mucho, y busqué la forma de cerrar aquel ciclo, al escribirlas pensaba en las dream songs de Berryman y en la Belleza del marido, de Carson. El primero es un libro inspirado en la culpa de sentirse vivo y en lo anodino de la existencia; el segundo escrito para liberar la ruptura de pareja. Berryman se tiró de un puente. Carson sigue viva, porque si algo demuestra la literatura es que un corazón dañado puede escribir grandes obras. Pienso también en Sharon Olds, a quien leí detenidamente en la biblioteca. Extraño sobremanera aquellos tiempos. Al parecer no nací para tal privilegio.
Un abrazo.