LOS medios digitales de literatura vienen dando relevancia a un género con anterioridad menospreciado: el relato corto. Llamado “Flash Fiction”, con cierto esplendor. Un término que no sé de donde vino primero, pero que recoge una amplia gama de textos: parábolas, cuento corto, microcuento, minicuento, y demás textos que hacen uso de un número reducido de palabras para contar una historia o proponer un argumento. Antes llamados Short Story en los medios (aunque quizá no eran historias tan cortas). Supongo que hoy las personas no gastan mucho tiempo en leer una sección literaria. Las ficciones cortas quizá se ajusten al tiempo mínimo de atención de los lectores, hoy bombardeados con toda clase de distracciones. Llevo tiempo leyendo la sección dedicada de The New Yorker, Granta y Electric Literature. En SmokeLong y algunas pocas revistas y medios que han abierto un lugar para este tipo de ficción en español.
Hace mucho leí los trabajos de Luisa Valenzuela sobre el microrelato. Un buen ejercicio para catalogar una forma de escritura que existe en la literatura desde siempre. Tuve cierta resistencia a muchos exponentes de este género al principio; me parecía que se esforzaban demasiado por sorprender al lector, los textos sonaban a malos chistes o lugares comunes insoportables. Fue hasta que leí a Lydia Davis que pensé distinto. Sus textos son cortos, pero no están atravesados por esa necesidad de llamar la atención. La ficción corta, ¿qué tan corta tiene que ser para considerarla como tal? No lo sé y aquí existe el mismo debate que con el cuento largo y la novela corta. Sin embargo, leer a Davis me hizo pensar las cosas distinto y leí de nuevo a quienes escribían relato. Buscando la forma y su estructura. Otro escritor de quien aprecié por completo aquella forma de escribir una historia en poco espacio fue Juan Forn.
Suelo escribir textos cortos, no por un interés en particular. Muchas veces las ocupaciones del día no dejan mucho espacio. Sentarse y escribir una página, quizá dos, para un relato puede ser fácil. Sentarse a escribir diez o veinte algo es algo requiere más dedicación. Así que por múltiples motivos escribí ficción corta, ninguna de ella por gusto. Y si leo ficción corta es más por los tiempos de lectura pequeños con los que cuento. Así que accidentalmente me siento involucrado en medio de esto. No sé si pueda ser delimitado el género “Flash Fiction” como tal, por ahora es una sección en los suplementos literarios. Si en español aun hay poco publicado es más por falta de atender a lo que ofrece la literatura. Al igual que la rima consonante es dominante en la música hoy, la ficción corta cuenta con muchos autores, actuales y contemporáneos. Poetas y narradores no quieren verlo. Solo hace falta un editor que quiera darle el lugar y valor para ver qué tanto crece.
Este quizá pueda ser u buen tópico de escritura en semanas siguientes, ¿qué dices?
Hice una traducción libre y no autorizada del texto “Replacement grandparent”, de Kate Zambreno y publicado en la sección Flash Fiction del New Yorker. Lo publiqué en el blog, donde pueden ir a leerla.
Abrí una sección de pago para la newsletter. Allí publicaré, según vayan sucediendo, los obituarios. Tengo aprecio por ellos ya que me han brindado buenos amigos. En la sección de paga también pondré a la semana un texto relacionado con la escritura, podría ayudar a aquellos interesados en profundizar acerca de ciertos temas literarios. Este paso, junto con otros, dan forma a lo que he tenido en mente; apuntar a la literatura desde varios frentes. Esto, como siempre, es un gusto personal que hago público. ¿De qué otra manera funcionaría?